HOY / Una luz en el departamento

Nacionales Hace 4 minutos Una luz en el departamento Dos hermanas vivían en un departamento en el centro de Asunción. Cansada de tantos problemas, solo esperaba llegar al departa­mento que compartía con su hermana Lucía, sobre la calle Montevideo y General Díaz. El tiempo ambivalente con sus garúas intermiten­tes apuraban los pasos de la mujer, el sudor en la frente la incomodaba pero nada se comparaba a la sensación de placer que le daba imaginarse bajo la ducha, con las gotas de agua tibia golpeando su espalda. Solo necesitaba ese hidromasaje improvisado, lo más cercano que podía estar de uno, al menos ese día. La noche empezaba a hacerse espesa, el reloj de Teodocia le imputaban las 20:00, tan solo unos minu­tos pasó de su habitual hora. Se cruzó de manos, y entretenida­mente observaba cómo la pantalla por encima de la puerta le indicaba su ascenso hacia su casa, su pacífica casa, a la que ansía llegar como todos los días. No podía comprender qué cau­saba eso, y solo le traería paz estar en su habitación. Los pasos de Teodocia aumentaron en frecuencia, al igual que su pulsación y respiración. Le falta unos pocos pasos para alcanzar la perilla de la puerta, y desde esa posi­ción ya alcanzaba a confir­mar que esa luz provenía de su departamento. Teodocia no podía emitir sonido alguno, su respira­ción era intensa y no le per­mitía hablar. Los ojos le bri­llaban tanto que penetraban en el pensamiento del ofi­cial que estaba de guardia, a él no le quedó otra opción que adivinar lo que ocurrió. Usando el dedo índice, barrió deslizando sobre la hoja el falange buscador, al pie de portada estaba ano­tado en tinta azul: Miguel Vera Zarza, un agente fis­cal de estatura promedio y mediando los cuarenta años. El fiscal pidió unos minutos para reunirse en la comisaría con la mujer y luego irían a la casa. El fiscal impuso su autori­dad al bajar de su automóvil y pidió que nadie suba al 8º piso, que registren el edifi­cio y tomen nota de las iden­tidades de todos los residen­tes de ese sitio. Teodocia le devolvió la mirada, y con la misma intensidad en la respuesta le aseguró que todo estaba en su lugar. El fiscal la dejó tranquila, comprendió que era sufi­ciente para ese instante y prefirió apartarse hasta que la joven pueda recuperar algo de tranquilidad. –Bueno fiscal, por ahora, encontramos esto: un corte profundo, de unos quince centímetros al nivel del cuello anterior, cerca de la vena carótida. Arre­metió el fiscal buscando más pistas que lo lleven a estable­cer un cuadrante de huida. El fiscal lo miró atónito, y luego encorvó el cuello para dirigir la mirada a la eviden­cia. ...[Leer más]